Catedral de La Habana

La Catedral de la Virgen María de la Concepción Inmaculada de La Habana es una de las edificaciones más emblemáticas, visitadas y admiradas de la capital cubana. Los inicios de su construcción datan de 1748, cuando comenzó a edificarse un oratorio de la orden de los Jesuitas, el cual en 1778 sufrió un proceso de trasformación paulatina hasta convertirse en la Catedral habanera. El principal benefactor de esta transformación fue el acaudalado obispo de Salamanca.

Esta edificación, de estilo Barroco, está enmarcada dentro de la corriente toscana, distinguida por dos torres campanarios laterales y el templo en forma de rectángulo. Posee además tres naves y ocho capillas en sus laterales con el suelo cubierto de mármol blanco y negro. Para su decoración se utilizaron obras de prestigiosos artistas de la época como los italianos Bianchini y Perovani, orfebre y pintor respectivamente, así como el pintor francés Jean-Baptiste Vermay y el prestigioso escultor catalán Antonio Solá. En su interior posee además varias reliquias, así como varias tumbas de personajes ilustres de la ciudad y de Cuba, llegando a albergar incluso, en el período comprendido entre 1796 y 1898, los restos del glorioso navegante y descubridor de América Cristóbal Colón.

Actualmente continúa siendo la Catedral de la Arquidiócesis de La Habana y se encuentra situada en la plaza que lleva su nombre, donde también se encuentran importantes instalaciones patrimoniales como la casa de los condes de Casa Bayona, actual museo de Arte Colonial, y la Mansión del Marqués de Aguas Claras.